Desde pequeños nos afrontamos a
diferentes retos y desafÃos que la vida nos impone, algunos de los cuales
logramos salir con éxito y victoriosos, otros, en cambio, nos han hecho
experimentar el fracaso o la tristeza, dejando lecciones que marcan y forjan la
persona que somos hoy. Si miramos hacia atrás y hacemos una retrospectiva de
algún momento significativo que hayamos vivido, encontraremos un elemento común
en cada experiencia, y es el dolor. Esa percepción sensorial o sentimiento que
puede ser más o menos intenso dependiendo del estÃmulo que lo genere, crea un
malestar y una sensación desagradable a quién lo padece, pero al mismo tiempo,
es el combustible que nos impulsa a seguir.
Cuando le preguntamos
a un individuo que significa la libertad, la respuesta frecuentemente escuchada
es; “la capacidad de realizar lo que quiera en el momento que quiera”, si
buscamos la definición de libertad, encontramos que “es la capacidad del
ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad”. Se puede decir entonces que la
libertad es la satisfacción de los deseos e impulsos personales. Ahora, ¿puede una persona libre matar a otra? –
Sà puede, pero elige no hacerlo porque conoce que esa acción conllevará unas consecuencias,
por lo cual, existe una contradicción implÃcita con la definición establecida, debido
a que, si hablamos de ser libres y de poder realizar todo eso que queremos,
estamos sujetos a ciertos criterios morales.